martes, 15 de febrero de 2011

Bolívar soy yo!

Con frecuencia escucho cosas como: "huy que chimba vivir en el centro", "nojooodaaa que fuiste tu a hacer allá... que vacile", "siempre he querido vivir en el centro, me parece que es un ambiente muy bohemio", y yo suelo responder con el pecho en alto: "Sí, vivo en el Paseo Bolívar"... 
Pero una cosa es decirlo y otra muy distinta vivirlo.


Fotografía tomada de Wikipedia

Recuerdo cuando estaba en el bachillerato y era víctima de las presiones a las que lo somete a uno el sistema, solía decir que vivía en el paison bolivar, como en una especie de francés o yo que sé, y como metía los monos con la pintica y tal, mis ingenuos compañeros decían "ahhh claro ¿ese es un conjunto verdad?".



Barranquilla, Colombia
2:00 AM - De vuelta pa la jausss

Espero el respectivo colectivo que baja toda la noche por la 44, voy para mi casa mamado del berraco (superlativo de cansado) después de un día entero en la calle yendo y viniendo, presentación en un colegio con 500 pelaos ensopados (ensopado: dícese de alguien bañado en su propio sudor), reunión en la oficina, visita a la chica, mejor dicho, voy por pura y física inercia. Pasa el colectivo, el aparato va repleto, una vez montado no veo ninguna cara conocida pero, como casi siempre, hay un borracho dormido, una mujer de la vida alegre conversando con la vendedora de bolita (lotería) que va haciendo sus cuentas, una parejita de gays mirando de reojo, un vendedor de buti (butifarra: embutido compuesto de carne molida de dudosa procedencia) que va de recogida, tres amigos del chofer, la novia del chofer, la amiga de la novia del chofer y el hermano menor de la amiga de la novia del chofer. Esto casi siempre es así, cualquiera que haya cogido un colectivo pal centro a las 2:00 AM en cualquier ciudad del mundo lo puede corroborar.

Edificio vecino antigua caja agraria.  
Photo by Felipe Amalfi, Mira al Centro 2010
Por la ventanilla advierto que ya casi estoy en la murillo (una de las arterias que atraviesa una gran cantidad de barrios populares), me arrojo como puedo del automotor, que nunca se detiene del todo, e inicio mi caminada desde la murillo hasta el Paseo Bolívar. A lo lejos se ve la mole que se cae a pedazos lentamente, la antigua caja agraria, paso por varios burdeles, una docena de moteles, la gobernación, el centro cívico, el antiguo Rex, al fin el Paseo Bolívar. Una figura tambaleante se acerca y dice con voz gutural: patrón, buenas noches, como le ha ido, no tendrá una monedita que me regale pa' una galletica donde Repo (Repollo, apodo afectuoso para Reynaldo, el tendero de 10 PM a 6 AM), hago mi contribución a la causa, quito el candado, abro la puerta y finalmente  he llegado a salvo una vez más. Hogar, dulce hogar.






Sí, podría decirse que mi relato es apenas una mínima fracción de lo que traduce la frase "vivo en el Paseo Bolívar", pero fuera de un relato urbano con personajes del inframundo es mucho más. El centro es el corazón de la ciudad, es la viva expresión de la idiosincrasia de cualquier pueblo! No hay mejor manera de conocer las costumbres de los habitantes de una urbe que yendo al centro (esto incluye el mercado), este es el escenario primigenio donde se muestra la cara auténtica de las sociedades, y desde donde bien podría hacerse una lectura profunda de tipo antropológico. Sin embargo yo no pretendo ponerme con lenguajes sofisticados ni mucho menos, de lo que yo quiero hablar es de lo básico, de cosas pequeñas, de la gente que se ha hecho a pulso, de las correndillas de todos los días, de la verdadera independencia, del progreso, en últimas de la libertad. En efecto, mi barrio está lleno de historias, de personas olvidadas, de niños sin padre, sin dios y sin ley, está lleno de una idea de progreso oscura y accidentada. 


Vista desde una de mis ventanas.  
Photo by Felipe Amalfi, Mira al Centro 2010











Y aquí estoy yo, inmerso en la barriga de este monstruo que se ha tragado la vida de muchísima gente, que día a día trabaja por nada más que por el arroz que lleva diario a su casa, hombres y mujeres que se rebuscan para sobrellevar su vida, otros que luchan para tener un lugar, algo digno, como si todos no fuéramos igualmente dignos y merecedores de los mejores lugares. Es a donde nos han llevado las viejas ideas de progreso, la industrialización de la vida, bajo el paradigma de la productividad y la independencia, el viejo grito del libertador que aun hoy resuena. Pero, ¿quién es el libertador? No hay tal, libertadores somos todos, la verdadera independencia se realiza en la mente. No es una historia de ficción, aquí de lo que se trata es de la conciencia de estar vivo, del saberse individuo y parte de una colectividad. Hay que mirar hacia el centro señores, encontrar y definir el eje. A mí realmente no es que me guste mucho, pero si aquí estoy es para darme cuenta de su significado, por ejemplo para comprender las dinámicas del comercio, pues al fin y al cabo, todos somos comerciantes en el mercado de la vida y qué pena salir tumbados.



 
Jardín de mi casa, Photo by Felipe Amalfi, Mira al Centro 2010


















Mi propia galería de arte urbano. 
Photo by Felipe Amalfi, Mira al Centro 2010 












4 comentarios:

  1. Una nota, que seria de Barranquilla sin el centro?

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  2. Dentro de todas las desventajas que nombras, me atrevo a decir que te faltó una gran ventaja: y es que vivir en el centro o en cualquier lugar donde pasen muchas cosas, te permite escribir, es una fuente de inspiración inagotable.

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  3. Eso es cierto el centrono puede estar mas lleno de historias y de significados... gracias por los comentarios!

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